miércoles, 30 de mayo de 2007

La ciudad en Invierno (Elvira Navarro)

Ayer, debido a un cuadro del cual hablaré otro día, me hablaron de esta autora. Que acaba de sacar un libro y tal. Y puesto que me lo recomendaron, yo lo compre, y me lo leí.

Lo primero avisar que yo no sé de literatura. Solo leo. A veces me pierdo en los significados y no veo las sutiles metáforas que a otros encantan. Tengo amigos mucho mas sabios en estas lides, y desde ya disculpas a la autora si me perdí algo importante.

Datos por delante: La ciudad en Invierno, Elvira Navarro, Caballo de Troya (Random House Mondadori), primera edición Marzo del 2007. 106 paginas. Unos 12 euros en la FNAC





Ayer leí el libro. Lo cerré. Me plantee lo que habían visto mis ojos e imaginado mi mente. Y como todavía no me lo creía, tuve que volver a leerlo. Y seguían allí.

El libro es directo, claro y cortante como un cristal roto. Narra (por decirlo de alguna forma) cuatro momentos en la vida de una chica llamada Clara. Los que esperan ombliguismos o algo que simplemente entretenga que cambien de libro. Este es muy duro. De los que te da un cierto nerviosismo leer. De los extraños para la mente acomodada en las series de televisión, pues presenta situaciones que no extrañas dejan de ser improbables . Hay daño, hay dolor, hay violencia, hay sexo descarnado (los pornógrafos que busquen en otro sitio) y tampoco hay muchas respuestas, porque a veces las cosas no tiene respuestas. Con letra clara, sin ningún exceso de prosa, sencilla, tranquila, precisa, la autora avanza en la vida de Clara, criatura de grandes impulsos, muy sensible (que no quiere decir tierna) y que a veces razona (a su modo).

Hace un tiempo la verdad, no habría entendido mucho este libro. Me faltaba experiencia en sentir las cosas de forma profunda. Ahora, al menos creo poder entenderlo un poco. Lo que hace sentir las cosas de otra forma. Ver las cosas de otro modo. La soledad de aquel que no comparte la realidad con los demás, porque no son la misma, aunque coincidan tiempo y espacio. Clara comete los errores humanos: promete amar porque se lo mandan, se asusta ante un juego que ha pasado a mucho más, miente por "parecer" o "no parecer", busca el amor cuando ya, en realidad, no puede sentirlo. Pero sus actos serían monstruosos si los leyeras en la paginas de cualquier diario.

De esos libros que, desde luego, te hacen pensar. Y volver a mirar la realidad, a ver si te has perdido algo que antes no percibías. Es un buen libro. Está muy bien escrito, es claro, mueve al alma. Te deja la sensación, ligeramente aterradora, de que algo malo está siempre pasando a tu lado, y no te das cuenta. Y de que hay gente que es muy sensible a eso que tu no percibes.

Si lees para sentir cosas nuevas, léelo. Si lees para pasártelo bien, entonces no.

Extraño, duro, inquietante, triste, pero un gran libro.

ADENDA: Justo he encontrado una frase de Yukio Mishima que consigue expresar eso para lo que no encontraba palabras exactas:

La literatura auténtica nos muestra con dureza y sin el menor eufemismo el horrible destino que pesa sobre el ser humano. Pero no lo hace mediante el recurso de provocar un estremecimiento de temor como en la «casa de los espíritus» de los jardines de infancia. La literatura no utiliza trucos similares, sino maravillosas frases y descripciones, que arrebatan el espíritu, por medio de las cuales nos revela que la vida humana no tiene significado alguno y que en el hombre se oculta una maldad que jamás será perdonada.

martes, 29 de mayo de 2007

Dos Palabrotas por Valencia...

Hace poco estuve en Valencia, visitando a una amiga, recorriendo la playa y visitando lo que tienen montado para la Copa America, que la verdad, está muy bien. En uno de los barrios de Valencia, llamado del Carmen, han ido apareciendo interesantes carteles. Reproduzco uno y dejo el enlace a donde encontrareis los 8 que llevan ofreciendo. Son un grupo de chicas de Valencia que pusieron uno, y ahora, por petición popular, lanzan cada mes. A mi me gustan. Y como este es mi blog, los recomiendo.

http://dospalabrotas.blogspot.com/

Convirtámonos en gente horrible. Disfracémonos de negro y blanco, y bailemos un pasodoble delante de cien abuelos desconocidos que escupen en el nombre del amor. Aspiremos el olor a puro, digámonos un sí pequeñito, y que la hipoteca nunca nos separe. Durmamos todas las noches juntos, hagamos el amor con dulzura y dejemos de follar. O follemos sin besos y dejemos de hacernos el amor. Tengamos niños que no se parezcan a nosotros, tan feos que hasta nos caigan mal. Cambiemos la moto por un coche familiar monstruoso imposible de aparcar. Empujemos carritos maltrechos llenos de ofertas 3x2 por centros comerciales escalofriantes. Cenemos en total silencio, que la televisión converse con nosotros. Perdamos nuestros nombres por los de papá y mamá, y vendamos un poquito de magia por 20 m2 más. Olvidemos que significa echarnos de menos y soñemos a escondidas con volver a sentirnos niños enamorados. Canjeemos la ilusión de vernos por la costumbre de tenerlos, la sorpresa de un latido por la monotonía de abrazos insípidos. Mirémonos un día extrañados sin conseguir recordar qué nos hacía reír tanto.

Cásate conmigo, y tal vez así consiga dejar de quererte.
(Palabrotas)

miércoles, 23 de mayo de 2007

Se fugan de la cárcel y vuelven con cerveza

hmmmm... cerveza...


Cuatro reclusos de la cárcel del Condado de Hawkins (Tennessee) aprovecharon un fallo en el mecanismo de cierre de puertas de su galería y lograron escapar. Pero regresaron esa misma noche con cuatro cajas de latas de cerveza, compradas en un supermercado local.
Ahora están acusados de fuga y de introducir sustancias intoxicantes en un establecimiento penitenciario, pero no cabe duda de que se habrán convertido en los héroes del talego.
Por cierto, los fugados no llamaron la atención en el pueblo porque iban vestidos de paisano, no con el famoso mono naranja de las prisiones americanas. La cárcel de Hawkins tenía un exceso de presos y no había monos naranjas para todos. En la galería había 36 reclusos y todos habrían podido escapar aprovechando el fallo de las puertas, pero por lo visto decidieron que salieran sólo cuatro, con ropa de calle prestada por otros presos, a conseguir unas birras.


Realmente a veces nos preocupamos demasiado. Esta noticia me ha hecho sonreír, porque llevo unos días realmente ocupado con un montón de cosas, y a veces, cuando estás en una cárcel, lo que tienes que hacer es irte a tomar unas cervezas.

viernes, 18 de mayo de 2007

Una bonita mañana de abril, en una estrecha callejuela de una calle del barrio de moda de Harajuku, en Tokio me crucé con la chica 100% perfecta.

A decir verdad, ella no es guapa. No sobresale. Su ropa no es nada especial. Su pelo aún tiene la forma conseguida tras haber dormido. No es joven tampoco, -debe de rondar los 30 -, y ni siquiera es una "chica" hablando propiamente. Aún así lo puedo distinguir desde los 50 metros que nos separan: ella es la chica 100% perfecta para
mí. En el momento en que la vi, algo tembló mi pecho y mi boca estaba seca como un desierto.

Quizá tienes un prototipo preferido de chica –de tobillos delgados, por ejemplo, o grandes ojos, o dedos finos, o por alguna extraña razón te atraen las mujeres que comen lento. Yo tengo mis propias preferencias, por supuesto. Algunas veces, en los restaurantes, me sorprendo a mi mismo mirando a la chica de la mesa próxima a la mía porque me gusta la forma de su nariz. Pero nadie puede asegurar que su chica 100% perfecta corresponde a un tipo preconcebido. Y aunque me suelo fijar en la nariz, no puedo recordar la forma de la suya - incluso de si tenía nariz. Todo lo que yo puedo recordar es que ella no era de una gran belleza. Es raro.

-“Ayer en la calle me crucé con la chica 100% perfecta” -le dije a un conocido.
-“¿De verdad? –contesta- "¿Era guapa?"
-“En realidad, no lo era”
-“¿Tu tipo de mujer, entonces?”
-“No sé, no puedo recordar nada de ella. Ni la forma de sus ojos o la tamaño de sus pechos”.-
-“Que extraño.”
-“Si, que extraño.”
- "Entonces" - dijo él, ya algo aburrido - " ¿Que hiciste? ¿Hablaste con ella? ¿La seguiste?
-“No, solo me crucé con ella en la calle."

Ella estaba andando de este a oeste y yo de oeste a este. Era realmente una bonita mañana de abril. Desearía poder hablarle. Media hora sería bastante, hacerle unas preguntas acerca de ella misma, contarle sobre mi y, -lo que realmente me gustaría hacer- explicarle la complejidad del destino que ha hecho que nos crucemos el uno con el otro en una callejuela de Harajuku una bella mañana de abril de 1981. Lo último seguro que daría lugar a cálidos secretos, como un viejo reloj construido cuando la paz colma el mundo.

Después de hablar habríamos almorzado en algún sitio, quizá hubiéramos visto una película de Woody Allen, hubiéramos parado en un hotel para tomar unas copas. Con un poco de suerte podríamos haber terminado en la cama.

La Potencialidad del momento llama a la puerta de mi corazón. Ahora la distancia entre nosotros se ha estrechado a 30 metros. ¿Cómo puedo presentarme? ¿Qué debería decir?.

-"Buenos días señorita, ¿Cree usted que podría gastar media hora de su tiempo para una pequeña conversación?"

Ridículo. Sonaría como un vendedor de seguros.

-Perdóneme, pero ¿sabe si hay alguna tienda para lavar la ropa horas por aquí?

No, esto es ridículo, yo no llevo ninguna ropa para lavar. ¿Quién se va a creer una frase como esa?

Quizá decir simplemente la verdad funcione. "Buenos días, usted es la chica 100% perfecta para mi."

No, ella no lo creería. O incluso si lo hiciera, ella podría no querer hablarme.” Lo siento”, podría decir. “Yo soy la chica 100% perfecta para ti pero tu no eres el chico 100% perfecto para mi”. Podría pasar. Y si yo me encuentro a mi mismo en la misma situación probablemente me dejaría hecho polvo. Nunca me recobraría del shock. Tengo 32, y eso es lo que pasa al hacerse viejo.

Pasamos delante de una tienda de flores. Una pequeña y caliente porción de aire toca mi piel. El asfalto está húmedo y puedo oler el aroma de las rosas. No logro animarme a hablar con Ella. Lleva una camisa blanca y en su mano derecha sostiene un sobre blanco al que le falta solo un sello. Por lo tanto, ella ha escrito una carta, a alguien. Quizá pasó la noche entera escribiendo, a juzgar por la mirada somnolienta de sus ojos. El sobre podría contener todos sus secretos.

Doy unos pocos pasos más y me vuelvo: se ha perdido entre la multitud.

Ahora, por supuesto, sé perfectamente lo que debería haberle dicho. Habría sido un largo discurso, mucho, demasiado largo para decirlo adecuadamente. Las ideas que se me ocurren nunca son muy prácticas.

Habría empezado “Érase una vez” y habría finalizado “Una triste historia, ¿no crees?”


Érase una vez un chico y una chica. El chico tenía 18 y la chica 16. El no era increíblemente guapo, y ella no era especialmente bella. Solo eran un chico solitario y normal y una chica solitaria y normal, como todos los demás. Pero ellos creían con todo su corazón que en algún sitio del mundo vivía el chico y la chica 100% perfecta para ambos. Si, ellos creían en un milagro. Y el milagro ocurrió.


Un día los dos se cruzaron en la esquina de una calle. “Esto es increíble.” dijo él. "He estado buscándote toda mi vida, puedes no creer esto pero tu eres la chica 100% perfecta para mi.

“Y tu” le dijo ella a él, "eres el chico 100% perfecto para mi, exactamente como yo te había imaginado en cada detalle. Es como un sueño."

Se sentaron en un banco del parque, se cogieron de la mano y se contaron mutuamente sus historias, hora tras hora. Ya no estarían solos nunca más. Habían encontrado y habían sido encontrados por su otro yo 100% perfecto. Es un milagro. Un milagro cósmico.

Mientras hablaban sentados, sin embargo, un pequeñito resquicio de duda anidó en lo más profundo de sus corazones. ¿Era realmente todo tan bueno, el hecho de que los sueños se hagan verdad tan fácilmente?

Y así, cuando hubo una pausa momentánea en su conversación, el chico dijo a la chica. “Probémonos, sólo una vez. Si nosotros realmente somos la pareja perfecta, entonces, sin ninguna duda, tenemos que volvernos a encontrar. Cuando eso ocurra nosotros sabremos que somos la pareja perfecta para el otro y nos casaremos allí mismo, ¿qué piensas?”.

“Si”, dijo ella, “eso es exactamente lo que deberíamos hacer”.


Así que ellos se separaron, ella al este y él al oeste. La prueba sobre lo que ellos habían acordado, sin embargo, era completamente innecesaria. Nunca deberían haber hecho esa prueba, porque eran verdaderamente y realmente los amantes perfectos el uno para el otro y era un milagro que se hubieran conocido. Pero era imposible para ellos saber esto, tan jóvenes como eran. Las frías e indiferentes olas del destino procedieron a separarlos sin compasión.

Un invierno, tanto el chico como la chica pasaron unas terribles fiebres y después debatirse durante semanas entre la vida y la muerte perdieron todos los recuerdos de sus tiempos jóvenes. Cuando despertaron sus cabezas estaban tan vacías como el cerdito de D. H. Lawrence. Sin embargo, eran brillantes, gente joven con decisión, y a través de incesantes esfuerzos incesantes fueron capaces de adquirir de nuevo el conocimiento y el sentimiento que les cualificaba para ser miembros de pleno derecho de la sociedad. Gracias al cielo, se hicieron verdaderamente ciudadanos ejemplares, que sabían como cambiar de una línea a otra en el metro, que eran perfectamente capaces de enviar una carta especial desde la oficina de correos. De hecho, incluso experimentaron de nuevo el amor, algunas veces hasta un 75% o incluso un 85%.

El tiempo pasó con sorprendente rapidez, y pronto el chico tuvo 32 y la chica 30.


Una bella mañana de abril, a la búsqueda de la primera taza de te para empezar el día, el chico iba andando de oeste a este, mientras la chica, intentando enviar una carta especial, estaba andando de este a oeste, ambos a lo largo de la misma calle estrecha en el barrio de Harajuku de Tokio. Se cruzaron en el centro de la calle. El más débil destello de sus recuerdos perdidos asomó brevemente a sus corazones. Cada uno sintió un rampazo en el pecho. Y ellos supieron:

Ella es la chica 100% perfecta para mí.
Él es el chico 100% perfecto para mí.

Pero el fulgor de sus recuerdos estaba demasiado lejos y débil, y sus pensamientos no tenían la claridad de los 14 años de antes. Sin decir palabra alguna, ellos se cruzaron, desapareciendo entre la multitud. Para siempre.

Una triste historia, ¿no crees?

Si, eso es. Eso es lo que yo debería haberle dicho a ella.


Haruki Murakami (traducción Propia)

miércoles, 16 de mayo de 2007

Yo confieso.. (anónimamente, claro)




Todo el mundo tiene cosas que no quiere que los demás sepan. Ponerlas en alguna parte (un diario, un blog, contárselas borracho a un barman con el que nunca volverás a tropezarte, susurrarlas a un cura en confesión, a un extraño en una estación de autobús..)siempre ha tenido un efecto terapéutico.

A no ser que, como el maldito Rey Midas, te persiga la mala suerte. Después del incidente de convertirlo todo en oro, Midas hizo de juez de música entre Apolo y Pan. Por preferir la flauta de Pan a la Lira de Apolo, el Rey Midas recibió unas hermosas orejas de asno. Las llevaba siempre tapadas, y sólo su peluquero lo sabía. No podía revelarlo bajo pena de muerte. Cansado de portar tal secreto, se fue a orillas de un lago, cavó un agujero, y susurró al agujero que el Rey Midas tenía orejas de asno. Luego tapó el agujero, y se marchó aliviado.

Que del agujero nacieran unos juncos, y al moverlos el viento susurraran al mundo el secreto del Rey Midas, es la mala leche de los dioses o las Fortunas. Todo el reino supo la desgracia del Rey Midas.

Tenemos nuestra propia versión en esta era internetera de virtualidad. El agujero, en inglés, es:

http://confess.ning.com/

Con joyas como:
"i have asked a girl that i cared nothing about to marry me in order to have sex with her"

o

"I'm pregnant with my cousin's baby."

Indican que todo el mundo tiene algún secreto. Quizás cuente alguno mío.. pero desde luego, no hoy.